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Ceterum censeo politicae ese delendam

Ceterum censeo politicae esse delendam

sábado, 16 de agosto de 2025

Si quieres conocer el futuro de España, mira a Bélgica

En política, como en la moda, lo que se estrena en el norte acaba llegando al sur. Lo mismo ocurre con las reformas económicas dictadas desde Bruselas: primero se prueban en un país, se ajusta el manual de instrucciones, y luego se exportan como si fueran una nueva tendencia. Solo que aquí la “colección” no trae ni ropa ni zapatos, sino recortes y más recortes.

Por eso, si uno quiere saber qué le espera a España en los próximos años, no necesita ni encuestas ni adivinos. Solo hay que mirar a Bélgica. Ese país que para muchos se reduce a chocolate, cerveza y Bruselas como sede de la Unión Europea, pero que en realidad es un laboratorio político donde se está ensayando el desmontaje acelerado del Estado del bienestar.

Y lo más importante: allí se está haciendo con el beneplácito de un Gobierno que tardó ocho meses en formarse, pero ni un solo día en ponerse de acuerdo en una cosa: que había que apretar el cinturón… pero el de los demás.

Cuatro huelgas, un mismo detonante

En lo que llevamos de 2025, Bélgica ya ha vivido cuatro huelgas generales:

  • 13 de enero, 13 de febrero, 31 de marzo, y 29 de abril

Todas tienen el mismo origen: un paquete legislativo aprobado el 1 de enero que el Gobierno actual heredó del anterior y aplicó sin titubear. Entre las medidas estrella, la que encendió la mecha fue el aumento de la edad de jubilación de 65 a 66 años. Pero eso solo fue el aperitivo.

El menú completo incluye:

  • Eliminación de jubilaciones anticipadas para profesiones de alto desgaste físico (bomberos, ferroviarios, militares).

  • Endurecimiento de requisitos para quienes trabajan a tiempo parcial, dificultando alcanzar una pensión completa.

  • Recorte de la prestación por desempleo, que pasa de ser indefinida a un máximo de dos años.

  • Exigencia de 45 años cotizados para cobrar una pensión completa.

En un mercado laboral con precariedad, periodos de paro y entrada tardía al empleo, eso significa que muchos trabajadores solo podrán jubilarse más allá de los 67… y con pensiones recortadas.


El Gobierno de Arizona: una coalición que solo coincide en recortar

El nombre “Gobierno de Arizona” viene de la bandera del estado estadounidense, pero el contenido es muy europeo. Está formado por la derecha flamenca nacionalista (N-VA), liberales francófonos y democristianos, todos ellos con programas distintos… menos en lo esencial: la agenda económica que reduce derechos sociales.

El N-VA, que en el sur de Europa podríamos situar en el espectro de Giorgia Meloni, se alía aquí con partidos que en teoría son más moderados. La clave: la burguesía belga, ya sea flamenca o valona, comparte la misma receta económica. Y, como en otros lugares de Europa, cuando se trata de recortar, las diferencias ideológicas se esfuman.

Recortar aquí para gastar allá: el juego de la OTAN

El plan es recortar 14.000 millones de euros en sanidad, educación y transporte público antes de 2030. Al mismo tiempo, aumentarán en 4.000 millones el gasto militar para cumplir con la exigencia de la OTAN de destinar el 2% del PIB a defensa (ahora están en 1,24%).

La ecuación es clara: menos médicos, menos trenes, menos profesores… pero más misiles y armamento, principalmente comprado a Estados Unidos. Se justifica con la necesidad de estar preparados frente a amenazas externas, aunque el ejército belga ni tiene enemigos reales ni capacidad para utilizar ese material.

En otras palabras: el manual de la doctrina del shock en su máxima expresión. Y si esto te suena lejano, recuerda que España ya ha firmado su compromiso de llegar al 2% de gasto en defensa en pocos años. La pregunta no es de dónde saldrá el dinero, sino a qué parte del Estado del bienestar se lo quitarán.

Bélgica protesta… España calla

Aquí está una de las grandes diferencias entre ambos países. En Bélgica, los recortes han encendido una respuesta social inmediata y coordinada. Cuatro huelgas generales en cuatro meses no se convocan todos los días. Los sindicatos allí, aunque de ideologías diferentes, han aparcado sus diferencias para defender a la clase trabajadora. Han bloqueado aeropuertos, puertos, trenes y servicios públicos, paralizando gran parte del país.

En España, esta película sería distinta… y mucho más corta. Aquí, los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, hace mucho que dejaron de ser una herramienta de presión real. No dependen de las cuotas de sus afiliados, sino de las subvenciones millonarias que les entrega el propio Estado, gobierne quien gobierne. Y quien paga, manda.

Eso se traduce en una docilidad crónica: hace más de una década que no convocan una huelga general de verdad. Las pocas movilizaciones que promueven son más un trámite que un desafío, cuidadosamente diseñadas para no incomodar demasiado al Gobierno de turno.

En resumen: si en Bélgica la clase trabajadora tiene una estructura capaz de resistir, en España el principal “freno” a los recortes está integrado en el propio sistema que los aplicará. Aquí no habrá cuatro huelgas en cuatro meses; habrá comunicados, mesas de diálogo y fotos para la prensa. Y mientras tanto, las reformas se aprobarán sin una oposición real en la calle.

Lo que ya está escrito para España

En España, los ingredientes son los mismos que en Bélgica:

  • Compromiso de aumento del gasto militar para cumplir con la OTAN.

  • Presión de la UE para reducir déficit y deuda.

  • Población envejecida y mercado laboral precario que impide cotizaciones largas y estables.

Da igual si gobierna el PP o el PSOE:

  • Subirán la edad de jubilación (y no se quedará en 67).

  • Recortarán el paro en duración y cuantía.

  • Endurecerán los requisitos para la pensión completa.

  • Reducirán el gasto social.

  • Aumentarán el gasto militar.

El guion no se escribe en Madrid, sino en Bruselas. Los partidos en el poder serán meros intérpretes.

Conclusión: pronóstico reservado

Si quieres saber cómo estará el clima social en España dentro de unos años, mira el parte belga:

  • Alta presión desde Bruselas.

  • Nubes negras de recortes.

  • Tormentas de protesta… aunque aquí sean más bien lloviznas controladas por sindicatos domesticados.

  • Y un frente cálido para el gasto militar, impulsado por la OTAN y aplaudido por el complejo armamentístico.

Bélgica, con un Estado del bienestar históricamente más robusto, ya está viendo cómo se desmonta pieza a pieza. España, que lo construyó más tarde y con menos solidez, tendrá aún menos capacidad de aguantar el golpe.

La única diferencia es que allí todavía hay músculo para responder. Aquí, salvo que surja un nuevo movimiento fuera de los canales oficiales, los recortes entrarán sin resistencia, como quien cambia el menú del día sin que nadie en la mesa diga una palabra.

Así que si quieres conocer tu futuro, no preguntes al horóscopo. Mira a Bélgica. Y luego, pregúntate si aquí alguien se atreverá a hacer algo más que mirar.







domingo, 18 de mayo de 2025

La Antártida ha ganado masa de hielo desafíando las narrativas simplistas de los calenteólogos

Los datos provenientes de la Antártida, esa vasta y compleja extensión helada, nos ofrecen un recordatorio, si es que alguno necesitábamos, de la intrincada naturaleza de nuestro planeta y la necesidad de abordar con rigor y sin conclusiones precipitadas las fluctuaciones que observamos.

Informes preliminares, basados en análisis de las mediciones satelitales GRACE y GRACE-FO, indican un incremento en la masa de hielo en ciertas regiones de la Antártida Oriental, particularmente en Wilkes Land y Queen Mary Land, durante el periodo comprendido entre 2021 y 2023. Hablamos de un aumento promedio de unas 108 gigatoneladas anuales. Este dato contrasta, significativamente, con la disminución promedio de 142 gigatoneladas por año registrada en la década anterior (2011-2020).

Para aquellos que hemos insistido en la variabilidad inherente a los sistemas naturales, esta observación no es una refutación categórica de los cambios que se están produciendo a nivel global, pero sí nos obliga a reconsiderar la linealidad con la que a menudo se presenta la narrativa del deshielo antártico. Glaciares que previamente mostraban retroceso, como Totten, Denman y Moscú, ahora exhiben una acumulación de masa notable, posiblemente vinculada a patrones de precipitación inusualmente elevados en estas áreas.

Es crucial entender que este aumento localizado, si bien reduce ligeramente la contribución de la Antártida al aumento del nivel del mar (en el orden de 0,3 mm por año, según las estimaciones), no debe interpretarse como una negación de las dinámicas que operan en otras partes del continente, especialmente en la Antártida Occidental, es sin duda algo que se debe seguir estudiando y debatiendo sin censurar ninguna idea y refutando teorías falsas por muy empeñados que estén los políticos en que sigan en vigor.

Este episodio subraya, una vez más, la complejidad del sistema climático terrestre. Atribuir cada fluctuación a una única causa, especialmente una de origen antropogénico simplista, siempre ha sido una aproximación intelectualmente arriesgada. Los patrones de precipitación, las corrientes oceánicas, la actividad solar y los ciclos naturales internos del planeta juegan roles que aún estamos lejos de comprender en su totalidad.

¡Pero claro! Ahora resulta que donde decían que todo se derretía, ¡hay más hielo! ¿Y todavía quieren seguir vendiéndonos la moto del "calentamiento global" como una verdad absoluta e irrefutable? ¡Ya está bien de tanta manipulación! Para algunos de nosotros, esto no es ninguna sorpresa. Siempre hemos sospechado que esta histeria colectiva sobre el clima no es más que una burda herramienta política orquestada por élites globalistas. Gobiernos que se arrodillan ante directrices supranacionales, imponiendo políticas económicas ruinosas para el ciudadano de a pie, todo bajo la excusa de "salvar el planeta". ¡Mientras ellos se enriquecen a costa de nuestro empobrecimiento! Este pequeño respiro en la Antártida debería ser una llamada de atención: dejemos de lado las narrativas apocalípticas interesadas y exijamos una ciencia climática honesta y sin sesgos políticos. ¡Ya basta de que nos tomen por tontos!